Día del libro, 23 de abril: Gabriela Mistral, autora, persona y Premio Nóbel.
Habla la anciana experiencia, ecos, desgranando tristezas, páginas del alma, que confunden, al final de la vida, voces y ensoñaciones para arrojarnos saetas ígneas, flores negras, desolación, ternura, tala y lagar, en las páginas de un libro íntimo donde se arroja la patria y el olvido.
Gabriela Mistral, poetisa chilena, diplomática, maestra rural y pedagoga. La misteriosa maternidad del verso, que Lucila Godoy, su nombre de nacimiento, ejerció en la literatura latinoamericana de la primera mitad del siglo XX, hasta su muerte en 1957, le llevaría a importantes distinciones, entre las que destaca la concesión del Premio Nóbel de Literatura en 1945, siendo la primera personalidad de Iberoamérica en obtenerlo en esta categoría. Sería propiciadora del otorgado a Juan Ramón Jiménez (1956) y su influencia llegaría hasta el también Nóbel Pablo Neruda, a quien prestó libros cuando era niño en Temulco.
La escritura mistraliana baila y sueña y caminando se siembra en un ojo atravesado por una moneda dura, recado y carta íntima con retazos de culpa, que alumbra el Sol del Trópico o reza más serena bajo unas nubes blancas. Descubre la sensación de estar por unas horas en la costumbre, el suelto antojo, la libertad total. Y nos devuelve un sedimento de la infancia sumergida siguiendo los ruidos de la naturaleza, que todos ellos se (…) funden en una especie de canción de cuna.
La Biblioteca Americanista de Sevilla custodia una edición de sus Poesías completas (publ. en 2001, sign. LL-LL/300), nos guía por su insistente rechinar de la lija sobre el filo romo del idioma; recorrer su país natal, Poema de Chile (publ. hacia 1967, sign. LL/21023); o la traza de su correspondencia con Victoria Ocampo entre 1926 y 1956 en Esta América nuestra (publ. en 2007, sign. E-E/428). También con otras intelectuales, políticas, artistas, en De mujer a mujer (publ. en 2020, sign. 9-9/6263) pues la escritora chilena generó una enorme red de apoyo con intelectuales españoles en el exilio, bien fuera en el plano práctico o en el afectivo. Zenobia Camprubí, María Zambrano, Margarita Nelken o Maruja Mallo, a quien Mistral ayudaría a salir de España, desfilan cercanas por las páginas de este libro, donde se agranda la personalidad que nos ocupa, desde los vínculos estrechados tras su estancia en Madrid como cónsul de su país (1933-35). La faceta humana, imaginativa y conversadora de Gabriela era el complemento perfecto, más valorado, de su literatura en papel. Esta, serviría para recaudar fondos destinados a la ayuda económica, valga como ejemplo el dinero recaudado por la cesión de los derechos de su libro Tala, a Victoria Kent.
Otras obras de nuestro fondo resaltan aspectos manifiestos de su expresión artística como su religiosidad que inunda de este carácter sus libros y podemos analizar en Sensibilidad religiosa de Gabriela Mistral (publ. en 1975, sign. LL/20066) o su biografía pública con el paso por distintos lugares, Gabriela Mistral en Antofagasta (publ. en 1980, sign. LL/21051) o el perfil más personal, plasmado en Gabriela Mistral, íntima (publ. en 1973, sign. LL/20067).